Hay cuentas a pagar en los cajones.
Cinta scotch en el monitor, de fotos recién arrancadas.
Hay tierra.
Olor a solvente.
Hay sillas y un comedor vacío.
Cables colgando del techo.
Carteleras con fechas de cumpleaños que nunca más se celebrarán.
Una enfermería con tubos de oxígeno sin oxígeno.
Plantas secas.
Mosquitos.
Perros flacos que pasan por entre las rejas.
Charcos de agua.
Destellos de luz como el espítiru santo.
Humedad.
Uniformes de una rutina que ya no existe.
Huellas que no son mías.
Guardias desorientados.
Hay nostalgia por el pasado, escepticismo por el presente e incertidumbre por el futuro.
Mi corazón es esto: una fábrica deshabitada, una montaña de acero de descarte.
6 comentarios:
te faltó decir: lista para vovler a funcionar!
besos, amiga!
hay un montón de fábricas recuperadas.
Doloroso, pero muy buen texto, Perla. Saludos.
Coming soon, maru.
sí, jade?
Gracias, pelado.
¡Hermoso!
Me abrazaría a uno de esos perros flacos y me iría con el vagabundear...
te quiero, viento.
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