sábado, 8 de agosto de 2009

Sábado a la tarde

Soy graciosa. Eso dicen. Me gusta inventar canciones. A mí me causa gracia escucharme. Canto horrible, eso sí. Mejor no me escuches cantar. Quedate con mi risa, aunque tampoco creo que sea muy virtuosa. Ahora, ponele, cada vez que se me apaga el calefón, me río. Me congelo, llego tarde al laburo con la cabeza sin enjuagar, pero me río. Me tiento cada vez que entro a un edificio porque me imagino a la gente que pasa por la recepción bailando Thriller. Suben y bajan de los ascensores al compás de la música. Baila el encargado, los oficinistas, los tachos de basura, los cuadros. Los ceniceros, las cámaras de seguridad. Las plantas. Bailo yo. Qué graciosa soy. Qué capacidad tengo para reírme: me río de vos, me río de mí, me río de todo y de todos. Siempre. Qué gran sentido del humor tengo. Yo sí que soy graciosa. Graciosa y patética. Así soy. Llamame, dale. Puedo hacerte reír, eso te lo garantizo. Y también puedo darte un poco de lástima. Hay algo de reconfortante en eso de sentir lástima por alguien. Y en el peor de los casos, sentir algo por alguien, aunque sea lástima, no está nada mal para un sábado a la tarde.

2 comentarios:

Nadie Nunca Nada.- dijo...

sentir lástima por alguien un sábado a la tarde es casi tan bueno como no sentir lástima por uno mismo un domingo a la tarde.
Me gustó mucho.
Saludos.-

Soy peregrinaperla dijo...

posta que sí, NNN. Sentir que te gusta lo que escribo también está bueno. Gracias por los saludos,
Perli.