Mi madre vive en otra ciudad y desde que se mudó me siento un poco huérfana. Mamá está y no está. Cuando está en Buenos Aires nos vemos una o dos horas, casi siempre en una comida y hablamos de muchos temas sin ahondar en ninguno. En apariencia (y sobre todo por teléfono) no tenemos una gran relación: solemos ladrar en lugar de hablar pero nos entendemos. Yo la he visto en situaciones como nunca hubiese querido verla y ella también me ha visto a mí. En esos momentos bajamos la guardia porque aunque haya mucha gente alrededor sé que las dos sentimos que estamos solas. Cuando era chica los sábados eran de almuerzos suculentos (vacio al horno con papas, milanesas napolitanas) y al aire libre, si es que el día estaba lindo. Los sábados en Haedo eran, para mí, siempre lindos. Volvía de danza y después de la comida, una vuelta por los negocios con mamá para comprar algo que seguramente iba a estrenar esa misma noche. Hoy tenía ganas de verla, de pasear con ella. ¿si se lo dije? por supuesto que no: apenas puedo escribirlo.
1 comentario:
copy paste, send.
solo eso cambiaria tanto!
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