Ayer le declaré la guerra a Farmacity luego de esta penosa conversación:
Perla: buenas tardes, norfloxacina por favor
Farmacéutica: sí, es con receta
Perla: no tengo receta, se me acabó la caja hoy y tengo que seguir con el tratamiento
Farmacéutica renegada: no te lo puedo vender sin receta
Perla llena de odio: pero no estoy comprando ketamina. Es un antibiótico de mala muerte
Farmacéutica infeliz: probá en la farmacia de la esquina a ver si te lo venden
Dicho y hecho: fui a la farmacia de la esquina, que es atendida por su dueño, un viejo adorable que no sólo me vendió mi querida norfloxacina sino que me aconsejó sobre su administración y me deseó que me mejorara pronto. Desde hoy es mi farmacia de cabecera. Hay que ser conchuda, eh.
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