Llego a la oficina y veo un clavel blanco sobre mi escritorio.
Lo primero que pienso es que tengo un admirador.
No debería pero me entusiasmo.
Me pregunto quién será. Repaso mentalmente las caras de los pocos compañeros que tengo y me doy cuenta de que nunca, en los 4 años que hace que trabajo acá, tuvieron un gesto semejante.
Voy a la cocina, busco agua y un florero.
Voy caminando, contenta, con mi flor.
Cuando paso por la recepción veo a un par de chicas y se me ocurre contarles lo del clavel.
Me dicen: a todas nos dejaron uno.
Miro otros escritorios: el clavel blanco.
Me quiero matar pero lo disimulo. Pregunto: quién fue el atento?
Escucho a coro: Ricky
Respondo: y quién carajo es Ricky?
Y el chico nuevo, el sub 21 que entró hace una semana, me mira y me dice: yo soy Ricky.
Ah. Cierto.
Hola, Ricky, gracias, le dije.
Y Ricky sonrió.
Tiene ojos verdes.
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