me proponen escribir cómo es, para mí, un día feliz. Se me ocurren muchos. El primer día que me subí a una zapatilla de puntas, el primer día que descubrí a Abelardo Castillo, el día que lo conocí, el día que mis viejos recuperaron su libertad, el día que descubrí que yo había llegado a este mundo para hacer felices a otras personas. El día que te conocí y ya nunca pude mirarte con otros ojos que no sean los del corazón. Desde ese momento los días felices son todos los que estoy con vos. Ver crecer nuestras plantas, acompañarnos, saber que nunca somos último hombre, que siempre hay alguien ahí para atajar los penales de la vida. Reirnos. Tener esperanza. Contagiarnos fuerza, tenernos paciencia, volver a empezar las veces que haga falta.
Todo eso es, para mí, la felicidad.
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