martes, 7 de septiembre de 2010

Indiscreciones maritales

Por ejemplo, el gordo me contó que durante su adolescencia (es decir, antes de cristo) salió con una chica que no usaba desodorante "porque le gustaba el olor de su piel". Lo trágico era que su piel olía a fugazzeta porque la chica en cuestión trabajaba en una pizzería. Para devolverle la gentileza le conté al gordo que cuando era adolescente (es decir, el año pasado) salí con un joven abogado que tenía un pito bonsái. y pero ¿cómo hacías, gorda? No hacía nada, no la sentía. Cada dos por tres nos acordamos de aquella anécdota y la de la fugazzeta. No va que la semana pasada estábamos en el videoclub del barrio y aparece el abogado. Estaba menos flaco y seguramente igual de diminuto. El gordo y yo somos infantiles. Todavía nos estamos riendo.

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