El perfecto infiel le dice a la mujer que es feliz y le dice lo mismo a su amante.
Habla con la mujer, le dice que la quiere, corta, llama a la amante y dice que la quiere ver.
El perfecto infiel borra chats, mails y vacia la papelera.
No siente culpa.
No piensa en la mujer mientras está con su amante (esto está comprobado, me lo contó un ex infiel) pero sí en su amante cuando está con su mujer.
Lejos de preocuparse, disfruta de la clandestinidad.
No miente: nunca dice que va a separarse. Insiste: dice ser feliz.
El perfecto infiel es atento con una y con otra: llama temprano, saluda, hace regalos: está presente. La diferencia es el horario: cuando comienza el horario de protección a la monogamia, zas, desaparece, se desconecta, no está, no atiende, no llama.
Al día siguiente, a eso de las nueve, todo vuelve a empezar.
y así.