Los optimistas suelen decir buen día y los optimistas pelotudos son los únicos capaces de decir buen día un lunes a la mañana. Yo, que hoy me hubiese quedado durmiendo hasta la hora de la merienda y que reniego de los trabajos que manejan las agujas de nuestro tiempo, digo apenas hola. Digo hola desde el 93, el bondi con el recorrido más largo, lento y accidentado del mundo. Hola, desde el 93, porque me compré un auto hace cuatro años y todavía no me lo entregaron. Hola, Romina. Hola. El hola cambia, o mejor dicho, cambia mi pulso (parece que estoy hablando, lo sé, pero estoy escribiendo), cuando al lado del hola escribo tu nombre. Entonces: hola Romina, hola Romina, hola Romina. Eso: muchos hola para vos y un beso, claro, de todos los que venimos amuchados en el 93.