De Brasil me molesta casi todo: su cachaca, sus reais, su todo con maracuyá, su Pelé o mais grande do mundo, su lenguaje cachondo y, sobre todo, su fundamentalismo de la alegría. Me molesta el "infelizmente" (ellos dicen, como cantando, claro, infelizmenchi) que te tiran cada vez que no pueden ayudarte con algo. Vas a una de esas pousadas que desde la web parecen el paraiso y llegas y es tan precario (porque no jodamos, no confudamos precariedad con selva y naturaleza) que no sabes cómo hacer para convencerte de que es lindo, que te gusta lo precario. Todos, absolutamente todos los adornos, y hasta los electrodomésticos, tienen caña. La cama, los cuadros, la heladera, son de caña. Para peor, tienen otros enchufes. Otro voltaje. Y vos llegas con tu secador de pelo (es la única manera de combatir la preciosa humedad del lugar) y zas, te das cuenta de lo del enchufe. Pedís un adaptador en recepción. Infelizmenchi nao tem. Te quedás varado, como yo, cinco horas en algún aeropuerto (léase en las grandes ciudades, los de las islitas del norte es como estar en la isla de Lost), querés tomar un café y vas a pagar y no aceptan pesos argentinos (pero cómo: ¿no eramos todos hermanitos del Mercosur?), ni euros, cuando estás en el pabellón de pasajeros en tránsito y el 80% de los vuelos llega de Europa. Infelizmenchi no se puede trocar dinero aquí. Otro temita que amerita un par de líneas es la música. Todos, los Argentinos especialmente, se bajan del avión con ganas de escucharse una sambita y hacer algún que otro meneo de caderas. Pero después van a la playa y desde las nueve de la matina hasta las ocho de la noche suena el mismo chic, chiqui chic, chiqui chic, chiqui chic, y se repite Caetano, Marisa Monchi, y si te descuidas hasta puede llegar a sonar una Gal Costa. ¿Pueden bajar un poco la música por favor? eu no comprendo. Esa es otra: no te entienden, no hacen ningún esfuerzo por entenderte. Te miran como si les hablaras en arameo. Después de intentar un rato, sugerís: ¿inglés? infelizmenchi eu no falo inglés.
Esta madrugada juré que no volvería.
1 comentario:
Ja, mi hiciste reir. Estuve en Bahia con Emma este enero pasado y juré que a Brasil no volvía nunca nunca nunca más!
Pero Europa estuvo lindo, no?
Ganas de verte, Perla linda! Besos!
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